Los alumnos te cuentan
Tomar la decisión de apostar por tu verdadera vocación no siempre es fácil, especialmente cuando, como yo, ya escogiste con anterioridad un camino totalmente diferente. Mi experiencia en la escuela está cargada de momentos buenos y no tan buenos, pero sobre todo de mucho apoyo y compañerismo, valores especialmente fundamentales para mí en una enseñanza como esta. ¿Necesitas a alguien para tu escena?¿Un bailarín para tu coreografía? ¿Escenografía? ¿Vestuario? No importa de qué curso seas ni cuándo hayas llegado, siempre habrá alguien dispuesto a echarte una mano. Y es que si algo aprenderás aquí es que la cadena será tan fuerte como el más débil de sus eslabones: alumnos y profesores se encargarán de que, cuando pienses en dejarlo, recuerdes por qué empezaste.
Mi consejo es que te enfrentes a estos estudios con la seriedad que merecen: trabaja duro, exige y exigente, pide siempre más, que el esfuerzo y la disciplina sean tu lema. Tú eres quien marca el nivel de esta escuela.

En la ESAD de Córdoba encontrarás un espacio perfecto para desarrollar tus habilidades interpretativas y, a su vez, enriquecerlas gracias a otras disciplinas como Técnica vocal, Danza y Expresión corporal. Si llegas a esta escuela con una actitud activa y un compromiso de trabajo tanto propio como para con el grupo descubrirás que pronto dará sus frutos. Si bien es cierto que debes invertir mucho tiempo, tanto en estudio como en ensayos, al tiempo aprendes a disfrutar de ello ya que si la interpretación es verdaderamente tu vocación aquí podrás evolucionar junto a un ambiente entre compañeros muy cálido y unas instalaciones de lo más completas.
2º curso de Interpretación

Empezar mis estudios de Arte Dramático en la ESAD de Córdoba fue el principio de un sueño, de una profesión y una carrera de casi veinte años.
La llegada fue maravillosa, la ilusión y las ganas de aprender eran tantas que al terminar las clases me apuntaba a todos los talleres de interpretación, danza y ayudantía de dirección que podía. Era feliz pasando el día entero allí con mis compañeros. Se creó una atmósfera de juego y trabajo en el grupo, excepcional y eso enriqueció aún más la experiencia. Jugar, esa era la cuestión.
Tengo recuerdos inolvidables de un “Tenorio” itinerante por los rincones de ese edificio, entonces en estado ruinoso y repleto de encanto, un minuet en el patio de columnas, la clase de indumentaria con mi querido profesor Ramón Donate, el teatrillo me huele a El oso de Chejov… y muchos recuerdos más que hicieron de esos años algunos de los más felices de mi vida.
